Pick up the pieces

Recuerdo perfectamente mis ultimos días en Florencia. Recuerdo cada sitio al que fui como si hubiese sucedido ayer. Aquella enorme piedra blanca en medio del Giardino di Boboli y el ultimo paseo por esas calles empedradas con el posterior abandono de mi bicicleta. Parece que fue ayer cuando recorria medio mundo (mi medio mundo) con unas zapatillas de cuadritos azules. Recuerdo perfectamente aquel 17 de Julio...como fui a casa de Fer a ayudarle con la maleta con las gafas de Sol puestas y que no me las quite. Recuerdo ese día en la estación, parecía que se iba a acabar el mundo en cualquier momento y tal vez, en cierto modo, si que ocurrió. Hago recuento de la cantidad de despedidas por metro cuadrado que aquella estacion de Santa Maria Novella me dió aquella tarde. Recuerdo el sonido del tren al irse y el abrazo de Claudia y el de Alvaro. Atravesé aquella estación con la mirada al frente pero sin ser capaz de ver. Aun hoy me da un dolor que me oprime el pecho al recordarlo. Me monte en un autobus rumbo a mi facultad para ir a por mis notas, en el camino, me llamo mi madre diciendo que habian llegado por correo, que no tenia que negociar nada. Ahi supe que ese día habia terminado una etapa. FIN. Me limpié la cara y sonreí. Luego vendría Polonia y mi viaje solo en tren de Cracovia-Varsovia. La lluvia. Y la visita de mis padres enseñandoles la ciudad palmo a palmo con todo el cariño que proceso a esa ciudad. Pero yo no estaba triste por irme, para nada. Contra todo pronostico, mis ultimos dias en Florencia fueron felices. Sentia que la etapa habia concluido, que no tenia ningun sentido seguir tropezandome con los recuerdos en cada esquina. Que todos los cabos estaban bien atados, el tiempo habia sido bien aprovechado. Que me llevaba el mejor año de mi vida tatuado en un tobillo, por si se me olvida (que aqui uno es muy despistado). Me he tirado meses sin poder ver una foto de el año pasado. Ahora ya no duele, ni escuece, si no que arranca la mejor de mis sonrisas.

Y hoy, de nuevo, lo he visto claro. Tengo una etapa atravesada entre pecho y espalda y necesito cerrarla porque no tiene sentido dejar heridas abiertas y no quiero ni realmente necesito que termine todo esto con un mal recuerdo. Necesito poner un punto y final con el mismo cariño que Florencia me dejó en la despedida. Sí, a su manera y salvando las diferencias, pero si. Poner un final antes de que todo esto se torne autodestructivo.

Odio discutir, pero hoy hubiese cortado cabezas a diestro y siniestro (a destra e sinistra). Mi viaje despues de examenes: Algarve portugués. No sé si ir, pero esa es la opcion aceptada. Las aventuras, los aviones y los faros, los dejamos para otro dia, otro año, otra vida. Tal vez me he montado mi pelicula, he leido entre lineas donde solo tenia que haber mirado hacia delante, tal vez tendría que ser mas borrego y menos obstinado, menos cabezota. Me llevaría menos quebraderos de cabeza y quebraderos de por dentro, de los agarrados a las tripas. Sé con quien puedo atar bandadas de gorriones a nuestras muñecas y huir lejos de aqui, que dice la cancion. Poco mas que decir, que al final cada uno barre para casa y la vida es una mierda en el fondo. Suerte que se puede ir por las ramas...y yo pienso ir por las ramas para no tocar ese fondo mientras pueda y me queden fuerzas.

Me gusta mucho una escena de una película española llamada Te doy mis ojos. No es esa en la que él le regala a ella sus manos y ella a él su mirada, no, no es esa. Es esa otra en la que él la incita a gritarle al mundo todo lo fuerte que pueda que no le importa el resto de la gente, eufemisticamente hablando. Supongo que sabréis cual es y que no hace falta que transcriba literalmente...

Y sé que igual me repito mucho, pero las palabras más sabias que he escuchado en mucho tiempo son de Brute Bacharach y decían algo así como que no debes engañarte, que el problema, en realidad, son los otros.



Pues eso