Día 187: but the very next time...
Otra vez Navidad.
Sonrisa de oreja a oreja, aunque esta vez me parezca mentira que haya vida inteligente detrás de esta ventana que veo ahora, aunque mis girasoles estén agachados porque ya faltan dedos entre las dos manos para contar los días seguidos sin sol. Otro año más me pilla a contrapié y resfriado. Yo soy muy de Navidad, recordemos, por algún motivo que desconozco. Es así y punto. Es probable que sea por una resistencia intrínseca de mi persona a crecer, quizá sea porque por unos días se puede juguetear con la idea de que otro mundo es posible. Quizá, quizá. No pienso justificarme.
En casa los regalos de Navidad van proliferando debajo del arbol hasta el dia 25 que los abrimos. Mis padres nos acostumbraron a no esperar a Reyes para poder aprovechar los juguetes todas las vacaciones, a mi siempre me cayó bien Baltasar, pero me trae los regalos el gordo de rojo. El problema de este año es que los regalos han proliferado pero sin que yo hubiese escrito carta. Este es el año en que ya todo cambia y nunca más volverás a sentirte como un niño?? Estos días me siento en el sofá y lo pienso. No me hago a la idea. Quién sabe donde estaré el año que viene por estas fechas. Puede que esté cerca o lejos, trabajando o estudiando, de guardia o durmiendo la mona. Me da igual, yo este año he escrito mi carta. Si nos quitan la ilusión, ¿qué nos queda?
He pedido pocas cosas y como por todos es bien sabido, si pides pocas cosas te las tienen que traer todas. Además desde el lunes en esta casa mía tenemos chimenea y aparte de que ahora la casa huela a mi hogar de la infancia todo el día, ya no hay excusa para que no puedan colarse a dejarme los regalos. Tengamos fe (de eso ibamos sobrados, no?)
¡¡Feliz Navidad a todos!!